Abrazados. Lanzando sus camisetas a las gradas. Cantando con los hinchas. Saltando. Los jugadores de Barcelona festejaban a su manera el triunfo de ayer sobre Deportivo Quito, al mismo tiempo que retumbaba la canción "Ídolo, cómo te explico cuánto te amo yo" coreada por los veinte mil seguidores canarios que llegaron al estadio Olímpico Atahualpa.
Era una fiesta amarilla que duró casi diez minutos. Los jugadores no querían salir de la cancha. Hasta Michael Arroyo, quien salió expulsado, regresó desde los túneles del camerino para abrazarse con sus compañeros en la cancha. Todos querían seguir disfrutando de este nuevo paso rumbo a su objetivo: la estrella catorce.
Los hinchas tampoco se perdieron un minuto de la celebración. Aprovecharon la disposición del operativo de seguridad, que les obligó a quedarse quince minutos más en los graderíos para cantar y desahogarse.
Tenían motivos para celebrarlo así porque sufrieron durante el partido. Fueron dominados durante la mayor parte. Quizás, el único momento alegre que tuvieron antes del juego fue cuando se anunció como titular a Michael Arroyo. Fue una sorpresa para todos. Él no constaba ni en la lista de jugadores concentrados. Su retorno a las canchas fue manejado como todo un misterio.
Ya en el juego, el cuadro torero basó su triunfo en tres factores: la respuesta de Máximo Banguera, el orden en la marca y la efectividad en la ofensiva.
Banguera fue vital porque sacó cinco remates peligrosos. Dos en el primer tiempo y tres en el segundo. La marca destacó porque supo cerrar los espacios a los creativos rivales.
La delantera estuvo efectiva. En el primer tiempo Barcelona solo tuvo una oportunidad para anotar y marcó. A la salida de un tiro de esquina, Narciso Mina, de cabeza, abrió el marcador a los doce minutos.
Después, el cuadro dirigido por Gustavo Costas se dedicó a cuidar su portería. Entregó la iniciativa al rival y se enfocó en rechazar cuanta pelota se acercó al área. Damián Díaz, Michael Arroyo y Narciso Mina fueron los únicos que se dedicaron a tratar de generar peligro. Los demás defendieron.
La idea se mantuvo en la segunda etapa. Los toreros salieron del encierro. Se dedicaron a tener la pelota y a provocar la desesperación del rival. Producto de ello, el chulla Juan Carlos Paredes fue expulsado.
A pesar de tener un hombre más, el equipo guayaquileño no pudo conservar el balón. Tuvo que replegarse. Aunque, esta vez contó con más espacios para el contragolpe.
Así, cuando se jugaban adicionales, Narciso Mina se escapó y fue derribado. Por la falta Santiago Morales fue expulsado. Michael Arroyo ejecutó el tiro libre y anotó un golazo.
Fue tanta su alegría que se subió a las mallas de la general noroccidental para gritar con los hinchas. Recibió la segunda amarilla y fue expulsado, pero no había tiempo para más.
Fuente: www.expreso.ec