“¡Es un clásico, había que ganarlo y punto!”, fue la primera declaración que dio el técnico de Barcelona, Gustavo Costas, cuando el juez Diego Lara decretó el final del partido y, por ende, se consumaba el triunfo amarillo en el Capwell, por segunda vez consecutiva en el presente año.
“Es para toda esa gente que nos vino a apoyar, se lo merece. Ahora nos queda festejar y después pensaremos en el siguiente rival”, dijo el entrenador, muy emocionado.
Y es que Costas, desde que se estrenó cono DT en el banco barcelonista, demostró que vive los partidos de manera muy intensa. Gesticula, grita, silba, ordena, aplaude, corre de un lado a otro como si él también jugara... Claro, juega su partido aparte.
No tiene ningún problema en criticar a sus dirigidos cuando no cumplen a cabalidad lo que les pide; pero, asimismo, valora el esfuerzo que entregan en los partidos, especialmente en los de mayor importancia.
Al inicio del partido ante Emelec, estuvo tranquilo, parado en el área técnica, con su mano derecha en la boca, rostro pensativo y viendo el desarrollo del compromiso.
Las primeras indicaciones fueron para Brayan de la Torre, quien se lanzaba al ataque, no volvía pronto y eso originaba espacios para Marco Mondaini. Costas le pedía con las manos que regresara a ocupar su lugar y que no descuidara al punta azul.
Un desborde de Énner Valencia fue controlado por Roosevelt Oyola, quien se estiró para “puntear” la pelota. El lateral se recuperó, la bajó de pecho y salió tocando limpio para Luis Caicedo. El argentino aplaudió aquella acción.
Emelec atacaba y dominaba en el campo de juego “torero”, lo que molestó al técnico, quien exigió a sus pupilos que salieran, que no se replegaran. Ahí comenzó a correr de un lado a otro, a saltar, a gesticular con vehemencia.
Énner Valencia por poco abre el marcador en el primer tiempo, pero en la raya salvó Banguera. Costas se llevó sus manos a la cintura y miró al cielo como agradeciendo aquella acción del portero “canario”.
En el segundo tiempo, el estratega estuvo más inquieto que en el primero. ¿La razón? Los dueños de casa querían el triunfo y arrimaron al rival en su campo y en su arco.
El argentino volvió a pedirle a sus jugadores que salieran de esa situación, que recuperaran el balón y atacaran con mayor velocidad.
Con el ingreso de Michael Arroyo y Matías Oyola, el adiestrador “torero” buscó darle mayor fluidez al medio campo. El tercer cambio lo aguantó porque Banguera jugaba lesionado y no quería “quemarlo”.
Hasta que llegó el primer tanto de la tarde. Remate fuerte de Díaz para motivar el abrazo y la eufórica celebración de Costas con su cuerpo técnico y los suplentes.“¡Gol, carajo, vamos todavía!”, gritó el entrenador; al tiempo que volteó y volvió a dar indicaciones a Roosevelt Oyola.
El segundo tanto de Mina también provocó otro estallido eufórico en Costas. Pero esa alegría se convirtió en preocupación tras el descuento de Eddy Corozo. Ahí dispuso el ingreso del colombiano José Amaya por Damián Díaz, la figura.
Lara pitó el final del juego y Costas salió a festejar el triunfo, el segundo ante Emelec en el Capwell. Ya en la rueda de prensa no ocultó su felicidad, pero estuvo más calmado. “Supimos manejar los tiempos y aprovechamos lo espacios que nos dieron”, expresó.
Destacó la disciplina defensiva que tuvieron sus dirigidos y también la entrega y el sacrificio. “Estoy orgulloso de dirigir a estos muchachos que vienen jugando partidos cada tres días. La idea es no relajarnos, tenemos plantel para lograr el objetivo y seguir en Copa”.
Fuente: www.eltelegrafo.com.ec