Hace apenas tres años que el equipo de fútbol de Barcelona Sporting Club estuvo al borde de perder la categoría. Recuerdo que diferencias insalvables en el directorio de la época provocaron una profunda crisis y el retiro de importantes socios que denunciaron el fracaso de los que se aferraban a sus dignidades sin importarles un ápice la suerte de la institución
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Barcelona se hundía en la derrota y en el descrédito por el manejo económico que lo ahogaba en deudas. Diseñaron un sistema de marketing donde la manipulación de la verdad de unos pocos mercenarios de la información descontaban su paga defendiendo a los sepultureros del club y atacando a los socios que pedían un cambio radical de rumbo para salvar a Barcelona del desastre. Fue entonces cuando apareció a la luz un movimiento de socios barcelonistas, decididos a dar la batalla para salvar al equipo.
Sacrificaron tiempo, recursos y exigieron a los dirigentes que presenten cuentas de los dineros manejados. Recurrieron a la justicia. Fue inútil. Nunca presentaron resultados de su gestión. Se conoció que había proveedores que eran periodistas deportivos. Intentaron cubrir la retirada con un presidente designado a dedo, y, frente a su fracaso colosal llamaron a elecciones auspiciando impudicamente un candidato del gobierno nacional que buscaba tomarse a la institución más popular del país. A pesar de todo este tinglado no pudieron con el barcelonismo autentico que los aplasto en las urnas.
El cambio de timón demostró que los grandes responsables del desastre eran una dirigencia inepta, ambiciosa e irresponsable. La presencia de los hermanos Noboa y quienes los acompañaron en este rescate ha significado no solo el campeonato sino la recuperación ética de la institución. Rindo mi homenaje a los jóvenes de Revolución Torera, falange defensora del Barcelona inmortal y confiamos en que la auditoria descubra la verdad tan celosamente ocultada.
Escrito por Franklin Verduga