Está de regreso. Está de vuelta. Es una vuelta olímpica y a los planos estelares. A la gloria que lo había castigado alejándolo de ella por catorce temporadas. Pero se regresó. Barcelona volvió a la cima del fútbol ecuatoriano y ayer, luego de coronarse el miércoles pasado, cumplió con el ritual que está reservado a los mejores, a los ganadores.
No importó el tiempo de espera para los hinchas canarios. Tenían una cita con el destino y la cumplieron, como lo hicieron sus ídolos: luego del pitazo final del duelo ganado 3-1 a Olmedo, jugadores, cuerpo técnico dieron no una, sino tres vueltas olímpicas en el estadio Monumental, entre aplausos y gritos de sus seguidores.
Luego de que los dirigentes de Barcelona recibieran sus medallas, el primer ovacionado fue el DT Gustavo Costas.
Después vino el desfile de los campeones rumbo a la tarima, donde les esperaban sus medallas.
El capitán Matías Oyola recibió el trofeo de manos de Luis Chiriboga, presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, destinatario de los únicos abucheos de la tarde.
Pero el trofeo duró poco en poder de Oyola, porque enseguida sus compañeros se lo arrebataron para tocarlo, para levantarlo.
Era la gloria materializada. Era el paso previo a la vuelta olímpica que el Monumental no atestiguaba desde el 5 de enero de 1998, cuando como monarcas de la campaña 1997 festejaron.
Máximo Banguera tomó el trofeo y corrió hacia la general Carlos Muñoz, donde estaba ubicada la barra Sur Oscura. Al golero se unió casi todo el plantel. Luego, solitario, Michael Arroyo transportó varios metros el trofeo que avala que Barcelona está de vuelta.
Sorprendió el ímpetu del colombiano José Amaya, quien tomó la Copa y corrió solo al frente del grupo para llegar hasta la general Enrique Pajarito Cantos a festejar con los hinchas.
De allí se alternaron casi todos los jugadores toreros para levantar el trofeo y en repetidas vueltas olímpicas insistirle al fútbol nacional que Barcelona está de regreso.
Fuente: www.eluniverso.com