En la flor de la vida, cuando los días tienen color rosado y las noches adquieren tintes amarillos por los reflejos de la luna, cayo ARENITA. “Veinte años son nada”, dice la letra sentimental de un tango y, sin embargo, en apenas esa edad un jovencito iba a ser padre.
Su vida se repartía entre dos pasiones. La mujer que en pocos meses le daría un hijo fruto de su amor y el color amarillo del equipo de fútbol de su vida.
No era un domingo cualquiera. Su club jugaba un partido decisivo. Ya se olía el campeonato, la estrella catorce tan sufridamente esperada. Arenita nunca había visto campeón a Barcelona. El sueño empezaba a tornarse realidad. Fiel a la divisa y a la barra en la que militaba caminaba desde el vecino Duran, junto a sus amigos y camaradas. Cruzaba el puente gritando y cantando por la victoria.
Una bala se equivoco de blanco. En vez de ir dirigida a los asesinos y violadores, a los que mantienen en vilo a los ciudadanos honrados, fue a su cuerpo y termino de un solo golpe con las ilusiones de un muchacho que empezaba a vivir. Arenita no pudo conocer al hijo que iba a nacer ni tampoco ser testigo de la explosión de felicidad que vivió el Ecuador por el campeonato de Barcelona.
Haya veces que da ganas de protestar contra el destino y las injusticias de la vida. ¿Cómo aceptar esta fatalidad sin expresar maldiciones y reclamos? La muerte de “Arenita” nos lleno de tristeza. No nos deja disfrutar plenamente de este titulo tan sufridamente esperado. Hemos sufrido pensando en el dolor de sus padres, de su joven esposa, a punto de ser madre y de sus amigos y compañeros que pudieron saborear el triunfo amarillo.
Las grandes gestas siempre tienen su pedacito de sufrimiento. Los barcelonistas no podemos ser totalmente felices porque “Arenita” ya no esta con nosotros. El gesto de sus padres de ir al estadio el DIA esperado por su hijo para representarlo es una página inolvidable de valor y de amor. “Arenita” debe ser declarado socio eterno del Barcelona Sporting Club.
Escrito por Franklin Verduga