Con el grito “Olé, olé, olé, olé, campeón, campeón” comenzó la caravana de Barcelona para celebrar su estrella 14. Los jugadores y la directiva torera saludaban desde la terraza de un bus de dos pisos a los miles de hinchas, que copaban lo ancho de la avenida que lleva el mismo nombre del equipo.
El vehículo estaba forrado de amarillo al igual que los fanáticos. Con cintillos, camisetas, pantalonetas, máscaras, gorras y banderas de Barcelona amarradas al cuello como si fueran capas desfilaban los hinchas. A las 16:20 comenzó el recorrido que lucía como una marea amarilla.
Los toreros se subían hasta el techo de los autos para captar la mejor fotografía del equipo campeón. Las camionetas lucían repletas de fanáticos y en las motos iban hasta cuatro personas, dos mayores y dos niños.
Johanna Michalón, de 22 años, se subió a una camioneta para acompañar la marea amarilla que copaba las calles. “En el colegio se me burlaban para que me cambie de equipo, ahora tengo un motivo más para decir que soy barcelonista”, dijo la joven que no recuerda un campeonato torero anterior. En 1997, cuando los canarios consiguieron su decimatercera estrella, ella tenía apenas siete años.
Sin embargo, coreaba todas las barras del equipo canario junto a tres amigos. Ella vio el encuentro contra Olmedo desde la general norte ‘Pajarito’ Cantos y acompañó a los jugadores a 20 metros de distancia.
Entre los hinchas y el bus turístico había un cerco policial. Decenas de uniformados montados en motocicletas o caballos rodeaban el vehículo de los campeones para impedir que los fanáticos se acercaran.
Sin importar la distancia, los hinchas se las ingeniaban para llamar la atención de los futbolistas. Algunos trepaban árboles en la avenida Barcelona, otros escalaban hasta la parte superior de los letreros de tránsito para flamear banderas del ídolo. Si no saltaban para mostrar tatuajes del escudo torero, sus rostros pintados de amarillo y negro o señalaban la estrella y el número 14 rapado en su cabeza.
“De día viviré vistiendo la amarilla, de noche la oscura me acompañará, serás tú para mí lo mejor de este mundo…”, cantaban los hinchas durante el recorrido. Aparte de los caminantes, hubo cientos de familias barcelonistas que optaron por formar una calle de honor sobre las aceras para que pasen el bus y la marea amarilla.
Entre los fanáticos que esperaron de pie el paso de los campeones estaba Priscilla Chávez junto a dos familiares. La mujer de 29 años dijo que “este campeonato es importante por la sequía de títulos que tuvimos. Al fin una dirigencia seria”. Los toreros esperaron 15 años para coronarse nuevamente primeros en un Campeonato Nacional de fútbol.
Los Chávez vieron la final desde la preferencia. Su sobrino madrugó a las 06:00 el martes pasado para comprar los boletos. Al final del partido caminaron hasta encontrar un sitio desde donde ver la caravana de los campeones. La familia espera que el equipo gané la Copa Libertadores.
Luego de dos horas y media de caravana, la marea amarilla había completado la mitad de su recorrido. A las 19:00 llegaron a la Corte de Justicia del Guayas, ubicada en 9 de Octubre y Quito, en el centro de Guayaquil. En ese lugar, miles de hinchas esperaban a los campeones. El recorrido continuaría hasta el estadio Monumental.
Fuente: www.elcomercio.com