La voz de mando la tiene el Doctor Micro. Se llama David Santoliva (30 años). No es un hombre corpulento, no pasa de 1,70 metros y no tiene cara de malo; su liderazgo se lo ha ganado como el más antiguo de la Sur Oscura en Quito.
Sin gritar sabe cuándo advertir con la sutileza de un líder de barra brava. “A ver, a ver, me van haciendo caso. Suban a los buses. No me harán emputar”, dice, parado al pie de la Cruz del Papa, en el parque La Carolina, en el norte de la capital. Frente a él, 150 barcelonistas ansiosos por anotarse en la lista de pasajeros que van a Guayaquil a dar la vuelta olímpica con el equipo de sus amores.
Con tres buses interparroquiales, hay cupo para todos. El tour, como lo llaman, cuesta $ 12 para los socios de la barra y $ 20 para los “particulares”; a eso suman $ 10 del boleto.
Es la medianoche del 1 de diciembre y esperan llegar a Guayaquil a las 07:00, pasando por Riobamba. El Dr. Micro dice: “Les recuerdo, no pueden emborracharse ni fumar h...; hay muchos controles y no queremos tener problemas”.
La mayoría le hizo caso. Pero, para otros, esas palabras son imposibles de cumplir. Las poses de hombres duros, de mujeres sin miedo ni complejos, y las “malas palabras” son –como en todo el mundo– referentes necesarios para la identidad de una barra brava que busca el respeto de sus integrantes.
En la mayoría de los 150 pasajeros, las palabras salen en tono serrano, cargadas de la “rr” y de un cantado brusco, propio de los barrios populares de Quito, o de una pronunciación que casi siempre termina en f (como sifff… para decir sí).
¿Por qué siendo tan serranos, como lo son, le apuestan al Barcelona, ídolo del Astillero, emblema de Guayaquil? La respuesta no es fácil. Varía: porque es el mejor equipo, por herencia de mi papá, porque de chiquito viví allá… Pero la respuesta que comparten es que Barcelona es un equipo nacional.
En los catorce años de fracasos del ídolo del Astillero, la hinchada amarilla de Quito se convirtió en uno de los mayores soportes morales del equipo.
Ya en Riobamba, los choferes de los tres buses se reunieron en la vereda para confesarse que estaban perdidos, pues la vía a Guayaquil más adelante estaba cerrada. ¿Y ahora? Lo discutieron y resolvieron atravesar la cordillera por una vía de tierra y huecos hasta Guaranda. Luego cruzaron las provincias de Bolívar y Los Ríos.
Al llegar al Monumental, con capacidad para 70 mil aficionados, se encuentran con miles de barcelonistas que hacen fila desde la madrugada. Los plazos y los planes son relativos, pero todos están listos para festejar.
Fuente: www.eluniverso.com