Juana López y Derlys Sánchez tienen una diferencia de edad de 74 años (ella tiene 80 y él 6), pero ayer ambos acudieron al estadio Monumental llevados por una pasión que a la octogenaria le nació décadas atrás y al infante, apenas hace un lustro: Barcelona Sporting Club.
López contó que su simpatía por el ídolo del Astillero surgió gracias a su esposo, Luis Franco Anchundia, quien era un hincha acérrimo de Barcelona, pero desde que él falleció, hace seis años, ella no acude al estadio. Ayer hizo una excepción y asistió con su hijo Luis Franco Suárez para presenciar el juego con Olmedo y la posterior coronación y vuelta olímpica de su equipo favorito.
Juana tuvo que madrugar a las 05:00 para viajar desde la provincia de Santa Elena, donde vive, y ser una de las primeras personas en ingresar al escenario deportivo, pese a que el partido recién comenzaba a las 12:00. El mismo sacrificio tuvo que hacer el pequeño Derlys junto a su padre Sebastián.
Ya en las gradas el ambiente fue diferente, con un estadio completamente pintado de amarillo, Derlys no dejó de alentar al equipo, de corear las canciones dirigidas por los integrantes de las distintas barras. “Se las sabe todas, lo he llevado a todos los partidos, hasta a Quito”, indicó su padre.
La fiesta que se vivía en el Monumental era contagiante y permitía alguno que otro exceso, como ser bañado de agua, cerveza o licor. Juan Mora, cumpliendo una promesa, lució el cabello pintado de amarillo, eso es parte de la celebración. “Como en la Fórmula 1, cuando se bañan con champaña, acá nos bañamos con lo que haya”. El júbilo se encendió más en el estadio con la llegada de los goles, a tal punto que a algunos hinchas se los oía disfónicos de tanto gritar. “Esto es indescriptible, es de otro planeta”, decía eufórico Alexander Chancay, mientras agitaba con fuerza una bandera.
Tras la entrega del trofeo y las medallas, la gente se volcó a las calles, donde la fiesta seguía.
Fuente: www.eluniverso.com