El deporte, como toda actividad, muestra actitudes de comportamiento que empiezan por el respeto a sí mismo para luego aplicarlo al resto.
El comportamiento es una muestra del valor humano que se desarrolla toda la vida. Quienes hacen deportes en un sistema deben entender que su figura, con sus actuaciones, está expuesta de manera pública. Puede darse ante grandes o pequeñas multitudes, pero nunca deja de ser objeto de críticas.
Empecemos por la disciplina personal, acatando normas de aseo y ética, cumpliendo sin desviaciones los reglamentos de la organización a la que uno se sujeta y entendiendo que hay superiores que asesoran y dirigen al deportista: su vestimenta, su trato con los compañeros y con los rivales, la relación con la prensa y el público, y su forma de actuar en la vida privada.
El comportamiento se forma con la educación que se recibe en casa y en el colegio, donde enseñan la diferencia entre lo bueno y lo malo. No se trata de actuar por beneficio propio, sino de hacerlo sin perjudicar a otros, cualquiera sea la función que posea; incluso, es una de las tácticas que orientan el camino hacia el éxito.
Las grandes escuelas de formación deportiva de países desarrollados aplican sistemas de comunicación eficientes en los procesos de educación de niños y jóvenes, de modo que se establecen bases para que el deportista, ya formado, sepa distinguir entre buen comportamiento y el repudiable.
Fuente: Expreso