viernes, enero 04, 2013

El once fantástico del 2012

Banguera: levanta una muralla sobre su arco. El salto enérgico y terminante, a tiempo para anticipar la jugada de riesgo y dejarla reducida a una insinuación tibia mansa e insignificante.

Velasco: lateral de futuro que sobre la banda le tiene reservado al balón un destino adecuado.

Erazo : los reflejos alerta, el quite limpio, el anticipo, la elegancia en un puesto que parece reservado a los rudos.

Achilier: nobleza en el esfuerzo. No deja pensar al delantero que lleva la pelota le nubla la vista, le cierra el regate.

De la Torre: su gambeta va para todos los lados. Hace la pared clásica: la pasa y prolonga su línea de avance hacia delante para encontrarse con la devolución. En este caso el movimiento triangular lo hace la pelota.

Gruezo: la tarea oscura, poco visible para el aplauso o el reconocimiento de la tribuna.

Oyola: obstruye, cubre espacios vacíos atrás, adelante, muerde siempre y le gana a la derrota. No necesita correr para estar siempre donde va la pelota.

Arroyo: un aluvión de fútbol que deja a los rivales caídos y sin atenuantes. Hace magia con el cerebro, fabulosa habilidad. Arte en el dominio del balón, provoca grupos de piernas que procuran cortar aquel piolín invisible que ha atado a la pelota.

Díaz: él no entra nunca en las normas aceptadas por los comunes, prefiere amagarles y picar por otro lado. Controla el partido desde la pelota, cuando pisa el área con el amplio arco de su pierna impulsora, la cruza al palo opuesto. Presenta candidatura para ingresar a la leyenda.

Uchuari: de sus pies puede aparecer cualquier cosa, la pelota se ve, pero de pronto no está más, la desaparece, para mostrarla otra vez y empezar de nuevo la liturgia mágica.

Narciso es el mejor delantero eje. Entre las cenizas de la angustia resurgieron sus aullidos memorables. Al gritar el gol número treinta, sus ojos quedaron brillantes, muy brillantes hasta que voló una lágrima. Cuando parecía que no había nada más por crear, Narciso halló una razón para seguir luchando: él mismo.

Escrito por Roberto Bonafont para diario Expreso.