jueves, febrero 28, 2013

La crisis futbolística de Barcelona aumenta tras la derrota ante Boca

Los “canarios” perdieron anoche 2-1 ante Boca Juniors en el estadio Monumental por la Copa Libertadores de América. Algunos jugadores amarillos evitaron hablar sobre el momento anímico del equipo.

Las alarmas en Barcelona están encendidas. A los “canarios” no hay quién les devuelva el buen juego colectivo que el año pasado permitió que ganaran el campeonato. Ni siquiera el estratega Gustavo Costas con sus “carajazos” desde la zona técnica logró despabilar a un conjunto lento, cauto y, casi siempre, previsible. 

Boca Juniors terminó anoche de “apagarle el alma” a los amarillos y transformó todo el sueño copero del campeón ecuatoriano en pesadilla. Los goles de Juan Manuel Martínez, a los 59 minutos, y Claudio Pérez, a los 62, con los que los “xeneises” ganaron el partido, sin duda aumentan la crisis futbolística que arrastra Barcelona desde el inicio de la temporada y que le ha impedido ganar un solo cotejo.

Con un punto en el grupo 1 de la Libertadores y fijo en el último lugar, el camino de los “toreros” en este torneo continental se muestra complicado. Y no es una exageración considerando que los partidos se juegan a semana seguida y en ocho días es complejo levantar el nivel y el ánimo del grupo. Menos aún cuando le resta dos partidas difíciles: visitar la Bombonera (Argentina) y el Nemesio Diez (México).

Si antes del partido existían dudas de que dentro del grupo hay fricciones, anoche en la cancha aquello quedó ratificado. Hubo constantes discusiones entre jugadores por ejecutar los tiros libres y el penal que le permitió al equipo, a través Michael Arroyo,descontar a los 90 minutos. 

Pero antes de eso, Arroyo y Ariel Nahuelpán discutieron por ejecutar el disparo. En el primer tiempo ocurrió algo similar entre Damián Díaz y Matías Oyola antes de un tiro libre. Al parecer, el afán por “brillar” individualmente se ha convertido en una constante dentro del grupo.

Díaz y Arroyo ya no son garantía de sorpresa ofensiva. Por el contrario, el juego de los dos conductores s predecible. El capitán del grupo, el argentino Matías Oyola, lo reconoció después del partido. “Dependemos mucho de ellos (Díaz y Arroyo). Esta es una realidad que incide en el desempeño del equipo”, sentenció el jugador notablemente molesto por el resultado. 

A Costas le gusta hablar. Es de aquellos entrenadores autocríticos que reconoce los errores del equipo al que dirige, pero anoche prefirió quedarse en silencio. Desde el camerino le mandó a decir a los periodistas que esperaban sus reacciones que no hablaría. ¿Las razones? Un momento de “calentura”, explicó el jefe de relaciones públicas del club, Luigi Machiavelo.

Costas no acudió a la sala de prensa y evitó las formalidades, pero habló escuetamente antes de salir del estadio Monumental. “Estamos mal como para hablar ahora”, dijo antes de subir al bus que lo llevó junto con el equipo al edificio de la concentración.

Y es que la derrota “duele más”, tal como dijo Oyola, porque no perdieron ante un Boca Juniors que atraviesa un buen momento. Por el contrario, cayeron frente a un equipo que tampoco ha tenido un gran inicio de temporada y que en la primera fecha de la Copa, hace dos semanas, fue vulnerado por el Toluca en la mismísima Bombonera.

"Jugamos de igual a igual, en el segundo tiempo salimos con la intención de buscar el resultado. Creo que la victoria es lógica", sentenció el técnico Carlos Bianchi al final del compromiso de anoche.

La recuperación de Boca llegó de la mano de un cambio de actitud. Eso fue evidente en la cancha y lo confirmó Juan Manuel Martínez. "El equipo tuvo actitud principalmente durante el segundo tiempo, ganó y por momentos se jugó bien.

Esperamos continuar así este fin de semana ante Unión de Santa Fe". Y claro, remarcó que Boca "se recuperó de visitante".

La derrota de anoche traerá una nueva historia en Barcelona. Su inicio deberá esperar hasta mañana porque Costas decidió darle descanso a la plantilla. “Hablamos el viernes”, prometió antes de irse.

Fuente: El Telégrafo