Desde que decidieron ir a Machala a hacer una pretemporada que dicho por el propio Costas no fue de lo mejor, Barcelona comenzó un año para el olvido, muchos jugadores se dejaron absorber por las mieles del éxito, dinero y fama, olvidaron que no sólo hay que llegar sino mantenerse.
La contratación de refuerzos nacionales y extranjeros por parte de la comisión de fútbol y el técnico fue nuevamente algo que quedó para el olvido pues lejos de sumar, estos jugadores llegaron a restar con un juego apático, lento y de poca calidad técnica.
Jugadores que se dedicaron a la vida nocturna y a andar de "picaflor" también terminaron por afectar su rendimiento haciéndose daño ellos mismos y como consecuencia inevitable, también a Barcelona; cambios de pareja sentimental y exceso de participación en redes sociales absorbieron a otros jugadores que ahora tienen más tatuajes que minutos en cancha.
Planteamientos tácticos insólitos, titularidad necia y constante de jugadores de bajo nivel y pérdida de jugadores clave también afectaron el andamiaje de Barcelona que salvo un espejismo de mejoría, sólo fue una excepción que confirmó la regla, el compromiso se olvidó en algún momento entre mediados de diciembre e inicios de enero de este año.
Escándalos como el de Nazareno y de Paredes afectaron al grupo también, sumado a un cúmulo de lesiones constantes e inexplicables en las mismas zonas recurrentes mermaron la capacidad de Barcelona de tener variantes.
Para rematar, nos presentaron en enero una indumentaria que cada año pareciera que la diseñan con odio y no con amor sumado a las constantes declaraciones de inconformidad económica de muchos jugadores que se declaraban impagos durante largos períodos y la bochornosa incautación y clausura del Monumental por parte del IESS hicieron que Barcelona tenga un "colash" de errores que terminaron por desarmar toda la estructura y andamiaje deportivo e institucional que pacía había tomado fuerza en el 2012.