¡Ah, los árbitros! Siempre se las arreglan para que todos les odien y les trituren la reputación por las redes sociales. Es un fenómeno planetario.
El turno es de Diego Lara y su asistente Marcos Muzo, que se inventaron un gol que generó la derrota de Barcelona ante Deportivo Quito. Pobres.
Serán sancionados, condenados y arrastrados en un linchamiento mediático que incluye la conspirativa frase "siempre le roban a Barcelona", la versión futbolística de "todo es culpa de la extrema derecha".
A veces es bueno verse en un espejo normal, no en el espejo mágico que miente a su dueño. En fin, mientras el fútbol no apele al video, esto pasará siempre.
Como también parece ser que el error monumental de Lara y Muzo es el nuevo chivo expiatorio, oportuno y perfecto, para tapar lo pésimo que le ha ido a Barcelona en estos meses.
Ni el pito de Lara ni la bandera de Muzo tienen que ver con las derrotas previas de los canarios, las malas decisiones en las contrataciones (empezando por la del técnico) ni la mala suerte con la defensa.
Ellos no le han lesionado a Nieto ni a Campos, no le han asustado a Laurito, no trajeron al inefectivo Motta, no han convertido a Banguera en un arquero del montón ni vendieron (aunque parece ser que más bien se ha prestado) a Erazo al Flamengo. Lara y Muzo le quitaron al ídolo tres puntos. ¿Y los otros puntos? Ese par de árbitros se equivocó muy feo y debe haber suspensión, por supuesto.
Pero, ¿qué culpa tienen de que Barcelona regale el segundo tiempo ante el Quito? Si Ischia hubiera mantenido el esquema de los primeros 45 minutos hubiera hasta ganado.
Pero no: por conservar el 1-0 los chullas se le vinieron encima. El Quito hizo 17 disparos al arco contra 7 de BSC. Ischia no acertó con los cambios. Los jueces la embarraron, pero Barcelona se derrumbó en el partido, como en el torneo, por sus propios errores.
Fuente: El Comercio