Escuché en un noticiero de televisión en esta semana que un directivo de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) había dicho que esta era la “dueña del fútbol” en el Ecuador; esto, dentro de la audiencia de la acción de protección interpuesta por Ecuavisa, contra la decisión de la FEF de tomar el control de los derechos de televisión del campeonato nacional de fútbol.
Estoy seguro de que no se trató de un “lapsus” o de una posición personal, sino que revela lo que realmente piensan quienes dirigen a gusto y sabor la FEF.
Son los dueños de fútbol. Por eso, no rinden cuentas a nadie, o mejor dicho, dizque a su directorio que en su gran mayoría, los apoya por los generosos viajes que reciben a cambio.
Son los dueños del fútbol. Por eso, usan el nombre del Ecuador en todo el mundo, pero cuando un ciudadano quiere información le dicen que son autónomos y que solo rinden cuenta a su directorio.
Son la Tri, pero cuando un municipio quiere regular el control de espectadores en el estadio, son autónomos y sensibles.
Alegan autonomía y se refugian en la protección de la FIFA, pero al momento de aplicar la regla de la misma FIFA para el horario de los partidos de fútbol en estadios ubicados por encima de los dos mil quinientos metros sobre el nivel del mar, se dan la vuelta y aplican la dizque democracia del voto, obligando a los equipos de la Costa a jugar en horarios inhumanos.
No son dueños del fútbol. Solo regulan el fútbol nacional. Y si Barcelona, Emelec, Liga de Quito y Deportivo Cuenca deciden no jugar el campeonato nacional, terminarán sin interesados en los derechos de televisión del campeonato.
El fútbol es de todos. De los ricos, de los pobres, de los niños, de los adultos, de los ancianos, de los costeños, serranos y amazónicos; de los nórdicos, asiáticos, africanos, mestizos e indios.
Como lo dijo el Diego, el fútbol existe gracias a los futbolistas y a la hinchada.
Y claro que sí. Sin ellos, los dirigentes no tendrían trabajo, ni los viajes en primera clase ni los hoteles 7 estrellas pagados con los recursos que genera una nación que siente la piel de su país.
Un aplauso para los directivos de Ecuavisa, que han tenido la solvencia moral y el valor suficiente para rebelarse ante el atropello proveniente de los “dueños del fútbol”. Otro aplauso para el juez (que dicho sea de paso no es familiar mío) por devolvernos la esperanza en la Justicia ecuatoriana, tan entregada al poder total que nos gobierna.
Qué pena que los otros canales de televisión y equipos de fútbol no hayan tenido la valentía y coherencia de sumarse a este reclamo. Típico de nuestros empresarios: al primer problema, miran en otra dirección y se enfocan en defender sus intereses.
Qué miopía. No ven que este puede ser el primer paso hacia la estatización del fútbol. Hoy son los derechos de televisión, mañana, los uniformes (que seguro serán entregados a esa tienda deportiva que estampa su marca en la camiseta tricolor con un tamaño más grande que el escudo que nos representa), ¿después?, ¿la publicidad?
Fuente: www.eluniverso.com