El sonido de su campana acompañaba cada carga de Barcelona, cada desborde por la raya, el campaneo de Julio Espinoza anunciaba que el gol de Barcelona estaba cerca, desde la tribuna siempre apoyó al equipo de los amores de la mitad mas uno de los ecuatorianos, es el sonido que recuerdo de la primera vez que estuve en el estadio. Don Julio Espinoza fue por siempre considerado el hincha número uno de Barcelona.
Recordar a Don Julio y al sonido peculiar de su campana acompaña a recordar los debordes de Muñoz, Argüello, los goles de Uquillas, las gambetas de Lupo Quiñónez, la maestría de Vasconcellos, el espectáculo que brindaba "el artista" Ephanor, las recuperaciones de balón del "emperador" Rosero, cada que iba a cobrar un triro libre "el poeta" Insúa, los pases gol del "maestro" Trobbiani, las apiladas de "pepín" Gavica; quienes tuvimos la oportunidad de verlo vivo y ver su amor por Barcelona reflejado en su fiel asistencia al estadio a pesar de su pobreza sabemos que él es un ejemplo que no podemos permitirnos olvidar.
Cuando ibas al centro de guayaquil, te topabas en Boyacá y 9 de Octubre un carrito un poco destartalado pero pintado completamente de amarillo donde vendía revistas, posters y souvenirs de Barcelona, su camioneta con el logo de Barcelona era inconfundible y de sólo recordarlo me lleno de nostalgia y me pregunto ¿qué pasará con las nuevas generaciones de hinchas? ¿permitiremos que lo dejen en el olvido? ¡no señor! su memoria debe permanecer por siempre.
En el 2006 se vio obligado a despojarse de su compañera: la campana, al tener que venderla por 500 dólares que necesitaba para comprar medicinas tras una serie de dolencias que lo aquejaban en su pobreza. Tiempo después apareció en el estadio Monumental con otra campana (que reemplazó al triángulo que estaba usando y que hace décadas había conseguido en la estación ferroviaria de Durán) para alentar al equipo de sus amores y volvió a trabajar en su puesto de revistas y recuerdos deportivos, en el centro de Guayaquil.
Falleció en el 31 de mayo del 2007, el popular Hombre de la Campana sufrió un infarto y su deceso fue anunciado en el hospital Luis Vernaza. El velatorio se realizó en su domicilio ubicado en las calles Sucre y la Octava donde cientos de hinchas se acercaron a darle su último adiós a Don Julio.
El camino a su morada definitiva comenzó en su domicilio, ubicado en las calles Octava y Sucre, desde donde fue trasladado a la iglesia Jesús Obrero donde se ofreció una misa de cuerpo presente en su memoria. Cerca de las 16:00, en un carro del Cuerpo de Bomberos (donde Espinoza prestó sus servicios por varios años como voluntario), su féretro recorrió diferentes calles de Guayaquil hasta llegar a la puerta 6 del cementerio general, en cada cuadra por donde pasaban los restos del Hombre de la campana se sumaban aficionados que le rendían un homenaje póstumo entonando canciones de Barcelona.
A pie y en bicicleta, cientos de personas acompañaron al féretro, que fue cubierto por la bandera del club amarillo. Ya cerca del camposanto, los aficionados decidieron llevar en sus hombros el ataúd de Espinoza.
Galo Roggiero, presidente de Barcelona en ese entonces, esperaba en la puerta 6 el ingreso del cortejo fúnebre donde reiteró su apoyo a los familiares del Hombre de la campana.
Ingresado el ataúd en la tumba asignada a Espinoza, los hinchas volvieron a cantar, esta vez con más fuerza, lo que provocó el llanto de familiares y amigos y en especial de Bolívar Ronaldo, hijo menor de Espinoza, quien se encargaría a partir de ahí de hacer sonar la campana en el estadio Monumental, Bolívar que tenía 10 años de edad (ahora debe tener 14 o cerca de cumplirlos), antes de que los restos de Espinoza fueran depositados en su tumba, despidió a su padre con el sonido de la que fue su fiel compañera durante muchos años, la popular campana.
Tal vez fue la despedida que él siempre quiso. Estuvo rodeado de una multitud de hinchas identificados con el equipo de sus amores: Barcelona, fue así como Julio Espinoza Campos, conocido como el Hombre de la campana y considerado el hincha número uno de los toreros, recibió el último adiós de todos quienes lo conocieron y estimaron e incluso recibió honores de quienes no eran sus conocidos pero siempre lo estimaron y respetaron por lo que su imagen siempre representó para la hinchada de Barcelona.
“¡Julio no se va, Julio no se va!” fue el grito con el que los aficionados barcelonistas despidieron a Espinoza.
Galo Roggiero anunció en esos entonces que "El Hombre de la campana" recibiría un homenaje por parte de la dirigencia canaria en el museo que tendrá Barcelona en Puerto Santa Ana.
Más allá de estos homenajes en un museo sería sumamente importante que se eternice la imagen de Don Julio mandando a hacer un Busto que se ubique en algún lado del estadio o sus exteriores o que se nombre a la tribuna con su nombre, eso sería perennizar a Don Julio y agradecerle por su constante e incondicional apoyo a Barcelona.
Espinoza murió a los 81 años y un poco antes de su fallecimiento en una nota para diario Súper dijo:
“Aunque me muera, seguirán escuchando la campana en el estadio”.
Gracias por enseñarnos a ser hinchas incondicionales Don Julio, ¡siempre lo recordaremos!
4 comentarios:
amo ami barcelona =D
Me gustó el justo homenaje a quien es un ejemplo de hincha...
Recuerdo que de pequeña lo veía en "su esquina" y siempre tenía una sonrisa, vestido de amarillo de los pies a la cabeza =)
JULIO ESPINOZA Merece tener su nombre en el estadio, empezaremos a hacer campaña para que se nombre la tribuna como él.
Excelente articulo, se me fueron las lagrimas... gracias por enseñarnos a ser hinchas don Julio, gracias por su ejemplo...
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